Estudiar danza es aprender el lenguaje no verbal. La definición de danza es hacer una “serie de movimientos”. Movimientos rítmicos y coordinados. Debe ser una expresión de lo que el creyente ha experimentado en su vida nueva y esto debe de expresar al igual que una persona que no conoce al Señor expresa con sus movimientos lo que hay en su corazón.
La danza del creyente nacido de nuevo debe reflejar al Señor, su Reino y su majestad. La danza al Señor será una expresión directa de comunión entre el que danza y el Señor. La danzante deberá poder mostrar a la congregación a través de la danza lo que recibe de Dios, ya sea una danza de regocijo, de guerra, de lamento o profética. La danza también estimula una liberación emocional. Cuando danzamos delante del Señor es posible no solo quebrantar ataduras en el mundo espiritual, sino en nuestras vidas personales también.
El salmista expresa algo acerca del poder de la danza en el Salmo 30:11 “Has cambiado mi lamento en baile”. Aunque el enemigo quisiera poner ataduras en nuestra vida, la danza es un arma que Dios nos ha dado para poder expresarnos delante de Él y nos ha dado una forma de expresión que traerá libertad a nuestras vidas.
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